miércoles, 5 de agosto de 2009

Crítica de Jorge Arias en La república


Opinión: Todo en esta pieza está clara y firmemente definido.

Criaturas del infierno, en El Galpón

Christian Zagía es original. La graciosa y fina "El mundo de Másimo", estrenada en el año 2008 fue, si no nos equivocamos, su primera obra, antes había estrenado, en colaboración con Javier Mazza, "Arpías" y "La extraña desaparición de Lorna Mc.Kay" en 2004. Tanto en aquella pieza como en ésta, hay un sello que sólo puede provenir de Zagía.



Nada parece improvisado, ni descuidado, ni descosido, ni hecho a medias, rasgos que lo distinguen en un medio teatral de improvisación, trivialidad y a menudo ambas cosas a la vez.

Todo en esta pieza está clara y firmemente definido: no bien comienza la obra sabemos casi todo lo necesario para entender qué está ocurriendo, no obstante, no siempre puede adivinarse qué va a ocurrir, porque Zagía se guarda varias cartas en la manga que irá jugando, con no poca sorpresa para los espectadores, a medida que avanza la pieza.

Los méritos más notables son, para nosotros, primero, la claridad de la exposición, la forma directa en que se entra en materia; segundo, la imaginación y la fantasía que irrumpen, sin fracturas, en una realidad a la que enriquecen sin avasallar; finalmente, la gracia del diálogo, inconfundiblemente local, al que sólo le sobra, para nuestro gusto, esas palabrotas que rara vez son algo mejor que ripios, muletillas o rellenos y que nada agregan, ni a la idea ni a la emoción. Nos hemos reconocido en "Criaturas del infierno"; pero también nos hemos desconocido, como si se nos revelara que no sabíamos que, al fin, éramos así de extraños, de retorcidos, de perversos. Ese efecto de extrañeza, esa tensión inestable entre la escena y la realidad no nos deja descansar en la estabilidad que asignamos erróneamente al mundo cotidiano; pero tampoco nos suministra el nepente que nos conduzca al sueño. El arte está, exactamente, en ese mundo intermedio y ambiguo que Zagía transita con sorprendente familiaridad.

Dos muy buenas actuaciones (Sergio Chaparro, Gerardo Rojas) sostienen esta deliciosa obra. En la dirección Zagía se mueve con soltura, con cinco minutos de antología en la magistral escena de lo que llamaríamos "el combate vudú".


Jorge Arias

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